Fábula de las palabras afables/Cuento/Marialcira Matute

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«En este hotel las palabras están contentas, son de esas que saludan con alegría, son de las que forman historias seductoras. Las que viven en el lobby cuentan de autores de todo el mundo, de todas las épocas.

En la habitación, al descorrer las cortinas, encuentro algunas palabras sentadas en el balcón, al borde de la baranda de vidrio, contemplando las hojas que caen de los árboles. Quieren dar la bienvenida al otoño, me explican.

Una palabra se da vuelta y me mira. Me dice que en un rato regresará y salta al mismo tiempo que una hoja cae del árbol que está frente al hotel. Calcula bien la distancia y el momento de saltar porque logra sentarse sobre la hoja y, posadas ambas sobre la brisa, llegan al suelo, luego de un vaivén demorado, suave. Las palabras que la acompañan en la baranda aplauden, ríen. Yo también, porque las palabras felices son contagiosas.

Luego de llegar al suelo, la palabra da las gracias a la hoja por haberla transportado tan bien – es que las palabras de este hotel son muy educadas. Se levanta y entra al hotel.

Quizás en el hotel la conocen y están al tanto de sus costumbres, o ella sabe bien cómo entrar y pasar inadvertida en su regreso a la habitación. Debe saber usar el ascensor o ha subido rápido por la escalera, porque pocos minutos después escucho que tocan la puerta, pregunto quién es antes de abrir y es ella. Abro la puerta y la encuentro de pie, esperando para entrar a la habitación y trepar de nuevo a la baranda.

Sus compañeras la esperan, no dejan de brincar, la llaman. Son palabras amigables. Son entusiastas. Tienen la costumbre de pasear por la habitación, salir a la calle, recorrer el hotel. Salen del afiche que está sobre la cama, donde viven.

No sé si en todas las habitaciones las palabras se comportan así, pero en la dedicada a Faulkner hay dos, que leídas por separado parece que están en inglés. Separadas, y en inglés, significan «Una fábula» y la van escribiendo cada vez que alguien entra a pasar un tiempo en la habitación. Si se dan la mano y andan juntas , se traducen de inmediato al castellano e indican el tono de las gentes que habitan el hotel, tanto las que están de paso como las que lo tienen como espacio cotidiano: «A-Fable».
Lisboa, octubre 2013

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